Populismos, comunismo y otros cuentos populares

Adrian Rogers dejo meridianamente claro un pensamiento sencillo donde, por cada persona que no trabaja hay otra que tiene que hacerlo por la primera en la misma o mayor proporción. En contra del reparto de la riqueza que tan de moda está en boca de los populismos:

«Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo. El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona. Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando ésta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso, mi querido amigo, es el fin de cualquier nación. No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola»

Por supuesto que habrá casos de personas que se han servido del trabajo de otros para su propio beneficio de forma irracional y desmesurada, estos son lo que es necesario combatir si no lo hacen por si mismos. La mayoría de personas/empresarios de un pequeño o mediano negocio (PYME) primero son personas y luego empresarios. Mi convicción personal sobre el entendimiento entre la plantilla de una empresa, entre jefes y trabajadores esta asociado al respeto entre personas y el trabajo en equipo. Por su puesto que no es tarea fácil en el día a día, unas se compenetran mejor que otras, opiniones, roces, etc. pero hay una mínima base común de cooperación.

Cualquier persona que haya trabajado en equipo entenderá que el nivel de responsabilidad asumido debe tener una recompensa, no es el mismo para todos; el que no arriesga no gana, es la base de muchos emprendedores que con más ánimo y sueños empiezan su andadura a oscuras; pero el que arriesga con el trabajo, el tiempo o el dinero de los demás debe asumir sus consecuencias hasta el final, más sobre todo si es parte de la administración pública.

Esta pequeña nota nace a raíz de varios relatos que ilustran de manera ejemplar ciertas ideas al respecto, toda similitud con algunos partidos actuales será pura coincidencia…

Padre capitalista, hija marxista:

Una estudiante universitaria cursaba su último año de sus estudios. Como suele ser frecuente en algunos medios universitarios, la joven pensaba que era comunista y, como tal, estaba a favor de la distribución de la riqueza. Tenía vergüenza de su padre, un exitoso empresario. Él era capitalista y estaba en contra de los programas socialistas. La mayoría de sus profesores le habían asegurado que la de su papá era una filosofía equivocada.

Por lo anterior, un día ella decidió enfrentar a su padre. Le habló del materialismo histórico y la dialéctica de Marx tratando de hacerle ver cuan equivocado estaba al defender un sistema tan injusto. En eso, como queriendo hablar de otra cosa, su padre le preguntó:

– ¿Cómo van tus estudios?
– Van bien -respondió la hija, muy orgullosa y contenta-. Tengo promedio de 10, hasta ahora. Me cuesta bastante trabajo, prácticamente no salgo, no tengo novio y duermo cinco horas al día, pero, por eso voy a graduarme a tiempo y siendo la mejor de mi promoción.

Entonces el padre le pregunta:
– Y a tu amiga Melisa, ¿Cómo le va? La hija respondió muy segura:
– Bastante mal, Meli no pasa porque no alcanza el 5, apenas tiene 3 de promedio. Pero ella se va a bailar cada semana, pasea, se va de fiesta, estudia lo mínimo, y falta bastante… no creo que pase de curso.

El padre, mirándola a los ojos, le respondió:
– Entonces habla con tus profesores y pídeles que le transfieran 2 puntos de los tuyos a ella, porque así ella tendría un 5 y se graduarían juntas. Esa sería una buena y equitativa distribución de notas

Indignada, ella le respondió:
– ¡¿Estás borracho?! ¡Me rompo la espalda para tener 10 de promedio! ¿Te parece justo que todo mi esfuerzo se lo pase a una vaga, que no se esfuerza por estudiar? Aunque la persona con quien tengo que compartir mi sacrificio sea mi mejor amiga… ¡¡No pienso regalarle mi trabajo!!

Su padre la abrazó cariñosamente y le dijo:
– ¡Hija, bienvenida al capitalismo!

Mansiones, coches y motos camarada

– Camarada, si tuvieses una mansión, ¿Se la darías al partido?
– Si, claro
– ¿Y si tuvieses un yate?
– También
– ¿Y si tuvieses un Ferrari?
– Por supuesto que sí
– ¿Y si tuvieras una Vespa?
– No, eso no
– ¿Y eso por qué, camarada? una simple Vespa
– Ya, pero es que una Vespa si que tengo

La dama de hierro

Sus luces y sombras pero con una oratoria digna de mención, Margaret Thatcher: «The problem with socialism is that eventually you run out of other people’s money [to spend].»